
En efecto, destacar
y patentar el marcado protagonismo de Diderot, sublimando su tenacidad, en el
magno proyecto editorial que supuso la redacción de la Enciclopedia en el contexto adverso de la Francia de mediados del
siglo XVIII es el propósito explícito de esta narración ensayística, cuya
evidencia histórica es profusamente acreditada. Manifestar la importancia de la
Enciclopedia, como libro de cabecera
de dicho siglo, parece constituir la intención subrepticia del autor; algo, sin
duda, abiertamente más controvertido, para
lo que no se aducen pruebas razonables. Y ello, además, en un esfuerzo
orientado más hacia historiadores que hacia pensadores; lo que no se nos antoja
un destacable demérito a tenor de la enjundia filosófica que suposo el celo del
racionalismo ilustrado contra la superstición dogmática y el fanatismo
religioso.
Expone
perfectamente, sin embargo, Philipp Blom las intrigas conducentes a la
planificación de la Enciclopedia, desarrollando
las ulteriores vicisitudes de su progreso, las postreras peripecias de la
conclusión y su definitiva publicación. A tal objeto, presenta el producto
final enciclopédico como resultado sintético de dos fuerzas antagónicas que van
desplegándose dialécticamente. Por un lado, aquellas fuerzas activas personificadas
por sus protagonistas y benefactores; por otro, las netamente reactivas que
simbolizan sus antagonistas y detractores.
En el primer
grupo, defiende la labor capital de Denis Diderot, como verdadera causa motriz
y máximo promotor de aquel monumento emblemático de la lustración, al tiempo
que se relativiza la coautoría de D`Alembert, se justiprecia la significación
de algunos colaboradores menores, y se ningunea, como mera implicación nominal
en el proyecto, la aportación de Voltaire. Desfilan, además, otros personajes
periféricos, que van adquiriendo relieve como valedores en la sombra del magno
plan editorial: el proverso censor Malesherbes, el protector en Versalles abbe Bernis, el más íntimo amigo de
Diderot, Friedrich Melchior Grimm; y toda aquella noble estirpe de salón al
socaire de cuyo mecenazgo supieron estratégicamente guarecerse los escritores
ilustrados: Madame de Pompadour, Barón d`Holbach, Madame d`Épinay y el
Chevalier de Jaucourt.
Pero acaso
sean los escollos interpuestos por las hostilidades jesuíticas y las
hostigaciones jansenistas, como máximas facciones conspiradoras contra el
espíritu secular ilustrado, lo que acabó convirtiendo aquello que debiera haber
sido una empresa de ecuménica divulgación del conocimiento en un rosario de dificultades
que, a no ser por el carácter profundamente honesto de la labor intelectual del
más sesudo redactor de la Enciclopedia,
hubiera acabado en estentóreo fracaso.

La lectura del
ensayo de Blom, que por lo amable de su factura y lo perspicuo del estilo,
debiera interesar a muchos; interesará, sin embargo y desafortunadamente, por
la exhaustividad documental desplegada en torno a protagonistas parcialmente
olvidos de la historia, a muy pocos. Y prácticamente nada a quien busque
referencia justa de los principios ilustrados que informaron la Enciclopedia. Valga,
sin embargo, el párrafo que sirve de obertura al libro como invitación
moderadamente entusiasta a su lectura.
«La “gran” Encyclopédie de Diderot y D’Alembert no es
la mayor enciclopedia que se haya publicado, ni la primera, ni la más popular,
ni la que tiene mayor autoridad. Lo que hace de ella el acontecimiento más
significativo de toda la historia intelectual de la Ilustración es su
particular constelación de política, economía, testarudez, heroísmo e ideas
revolucionarias que prevaleció, por primera vez en la historia, contra la
determinación de la Iglesia y de la Corona sumadas, es decir, contra todas las
fuerzas del establishment político en Francia, para ser un
triunfo del pensamiento libre, del principio secular y de la empresa privada.
La victoria de la Encyclopédie no presagió solo el triunfo de la
Revolución, sino también de los valores de los dos siglos venideros» (p. 11).
¿Ya abandonaste el blog?
ResponderEliminarTengo varios artículos en preparación que iré publicando próximamente. Muchas gracias por su interés.
EliminarQue bueno, porque parece un blog muerto y aburre.
ResponderEliminarEl blog está igual de vivo que su artífice. Y si le aburre, se haría un favor en no visitarlo. Tal vez lo aburrido, de puro muerto, sea el intelecto de a quién así le parece.
EliminarTienes razón. Pero tener un blog y no publicar nada en más de un año es desperdiciar un espacio que como no cuesta se abusa.
ResponderEliminarEl blog pretende primar la calidad frente a la cantidad, por lo que no veo en qué sentido se desperdicia; y dispone, además, de un espacio virtualmente infinito, por lo que no veo dónde está el presunto abuso.
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